Esta parece ser la entrada número 100 de este blog, contando los borradores no publicados. Otro texto inconcluso que empecé a escribir el 131.08. Dándole mil vueltas, pese a quien le pese, finalmente me animo a publicarlo como una reflexión solo mía que no pretende ser una opinión ni mucho menos algo sobre lo que esté totalmente de acuerdo conmigo mismo ¿ok?.
Mucha gente se enamora de la primera impresión, generalmente de un ser que no existe, de un ideal de persona, de ese poco que se hace un todo repleto de risas tontas y jueguitos sin sentido. El enamoramiento quizas empieza siendo platónico, con ideas ideales sobre la persona que provoca ese inicial gustito.
Pero, ¿cómo es que una persona puede volverse lo más importante en tu vida si pudiste vivirla sin ella hasta ese segundo maldito en que te la cruzaste? ¿Cómo un bicho insignificante, en este universo sobrepoblado, puede hacer de tu vida la aventura mas increible o la desdicha mas terrible? ¿Difícil de entender? ¿Es acaso esa soledad que muere por ser compartida? Esa estúpida química que hace que tu cerebro se regordee de anfetaminas, cerotoninas, mielinas, y todas esas inas que te hacen sentir bien y que ese ser, hasta entonces extraño, se encarga de liberarlas con sus caricias y besos. Y aún menos entiendo como permitimos que nos hagan daño y nos permitimos hacerlo.
Pero, ¿cómo es que una persona puede volverse lo más importante en tu vida si pudiste vivirla sin ella hasta ese segundo maldito en que te la cruzaste? ¿Cómo un bicho insignificante, en este universo sobrepoblado, puede hacer de tu vida la aventura mas increible o la desdicha mas terrible? ¿Difícil de entender? ¿Es acaso esa soledad que muere por ser compartida? Esa estúpida química que hace que tu cerebro se regordee de anfetaminas, cerotoninas, mielinas, y todas esas inas que te hacen sentir bien y que ese ser, hasta entonces extraño, se encarga de liberarlas con sus caricias y besos. Y aún menos entiendo como permitimos que nos hagan daño y nos permitimos hacerlo.
Al principio es una cura a esas largas horas vagando por calles y veredas contando nuestros pasos y creyéndonos el cuento de que todo pasa por algo... cuando el tiempo es lo único que se nos pasa. Luego una mirada por ahi, una sonrisa traviesa, un hola tal vez, suficiente para hacer que el corazón salte, pero... ¿por qué? Hay muchas sonrisas en el mundo más traviesas, miradas miles y de que ¡forma! Pero esta, justo esta te hace caer y te enferma y es má te gusta estar enfermo. Todo bien al principio, corazón, todo bien. Nos entendemos de maravilla, ya ni pensar se necesita y de pronto descubres que es un ser humano y como tal no tiene virtudes.
Todos engañamos sin pretender. Nos vestimos el alma de dicha y dibujamos en nuestros ojos miradas tiernas de cazador buscando presa para terminar siéndola. Previo al primer beso, en quizás fingida transparencia, nos encontramos con buenos escuchas, comprensivas amigas o amigos que se identifican con todo tu dolor aunque en el fondo ni sepan de que se trata. Así, el corazón se abre y cae, lentamente, hacia su (des)gracia.
Todos engañamos sin pretender. Nos vestimos el alma de dicha y dibujamos en nuestros ojos miradas tiernas de cazador buscando presa para terminar siéndola. Previo al primer beso, en quizás fingida transparencia, nos encontramos con buenos escuchas, comprensivas amigas o amigos que se identifican con todo tu dolor aunque en el fondo ni sepan de que se trata. Así, el corazón se abre y cae, lentamente, hacia su (des)gracia.