martes, enero 18

Condición... no convicción

Despiertas en un cuarto ajeno donde no entra la luz, a tu lado un punkie frustado se suicida en el alcohol de una noche con balas perdidas. Buscas a tientas cada prenda que el dolor dejó caer. Te fajas el pantalón, guardas tus nalgas en la estrechez del espandex a punto de estallar. No entiendes que pasa, volviste al mismo lugar, años de pausa en que la convicción fue cambiada por la condición de un compromiso que creias para siempre. Enciendes un light para escampar. Notas una nota, pegada en tu vientre "la vida eterna solo dura un rato" decía el recuerdo de una melodía cantada de a dos. Ya solo encuentras consuelo en parejas de ocasíon, en la disfuncionalidad de vidas marcadas por la desesperación. Hay veces que te sientes la heroína de un cuento en el que juegas a salvar vidas que viven al borde, tu borde, pero siempre cae la noche, y con el paso de los años ves que nada es como lo ves. Tus ojos ya se niegan a ver la realidad sin pastillas...

Te pones bonita, miras en el espejo tu cuidada figura producto de la delgadez de la bulimia controlada. Seleccionas un escote suficiente, que lleve las miradas lejos de tus ojeras y tu mal humor. Hora de retomar las apariencias, ser la hija modelo, la chica dulce que sonríe en la oficina y corresponde con risas timidas las bromas bobas de los lobos que te aullan. Es mejor no exagerar, tu vida íntima no debe ser revelada, nunca es bueno comer en el redil -te repites- que nadie sienta que respiras falta de afecto...

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